martes, 8 de octubre de 2019

Doha 2019 - Salto Triple Femenil - 5 de Octubre del 2019

Yulimar Rojas flirtea con el récord mundial y gana su segunda corona en el triple

Vence con un mejor salto de 15,37




La estructura corporal de Yulimar fue creada por Dios para ser triplista". Así habla la ucraniana Inessa Kravets, plusmarquista mundial de triple salto (15,50), cuando se le pregunta por la nueva bicampeona mundial de la prueba, Yulimar Rojas, que en el Khalifa Stadium de Doha cerró la mejor temporada de su vida con un vuelo de 15,37 (-0.6) metros, cuarta mejor marca de la historia.

La venezolana dominó la final desde el primer salto y asestó el golpe definitivo en su segundo intento. Para entonces, todas sus rivales ya sabían que sólo quedaba luchar por las otras dos plazas del podio, que finalmente ocuparon la jamaicana Shanieka Ricketts, con 14,92 (+0.2), y la colombiana Caterine Ibargüen, que saltó 14,73 (+0.5) pese a competir con una fascitis plantar.


No tengo palabras, ha sido un año muy largo y exitoso. Salí a batir el récord del mundo y lo intenté en las tres primeras rondas. Después me sentí cansada y las piernas no me respondieron como yo quería", explicó Rojas tras la competición.

Rojas,se convirtió en la cuarta mujer que retiene la corona mundial del triple salto tras la rusa Tatyana Lebedeva (2001, 2003), la cubana Yargelis Savigne (2007, 2009) y la propia Ibargüen (2013, 2015), que se convirtió en la saltadora más veterana en subir al podio (35 años y 235 días) con su quinta medalla consecutiva en esta clase de campeonatos.

Lo que más impresiona de Rojas cuando uno la ve por primera vez en persona son sus interminables piernas. La venezolana mide 1,92 metros, cuatro centímetros más que el estadounidense Christian Taylor, doble campeón olímpico y cuatro veces campeón del mundo de la especialidad. Empezó practicando el voleibol y su primer flirteo en el atletismo fue con la altura -con 17 años saltaba 1,87- pero sus excepcionales actitudes se adaptaban como un guante al triple.

Rojas lleva ya casi cuatro años entrenando con Iván Pedroso en su particular laboratorio de Guadalajara. A finales de 2015, tras ser cuarta en los Juegos Panamericanos de Toronto con récord nacional incluido (14,20 metros), contactó a varios técnicos de prestigio vía Facebook ofreciendo su talento y el cubano, que ya había reparado en su enorme potencial, se llevó el gato al agua. Tenía entonces 20 años recién cumplidos.

En apenas tres meses, ya había mejorado casi medio metro y en menos de un año tenía un oro mundial indoor, había entrado en el selecto club de los 15 metros y podía presumir de una plata olímpica. Con Pedroso había pasado de hacer "educación física" a practicar atletismo, como ella misma reconoce.
Ya en 2017 llegaría su primer gran triunfo sobre Caterine Ibargüen, la mujer que había dominado el triple el último lustro. Su victoria en el Mundial de Londres por apenas dos centímetros -saltó 14,91- acabó con el aura de imbatibilidad de la colombiana y la situó en el centro de todos los focos. Más que el presente, era el futuro de la especialidad.


Un futuro que se hizo realidad el pasado 6 de septiembre, cuando puso cerco a la plusmarca mundial de Kravets con esos excepcionales 15,41 logrados en Andújar.
A sus 23 años, suma ya cuatro oros mundiales seguidos -dos al aire libre y dos indoor- pero aún deberá aguantar algún tiempo el vacile de Pedroso, que se encarga siempre de que no saque los pies del tiesto recordándole que él tiene nueve. Su confirmación, y quién sabe si el récord mundial, debe llegar en Tokio 2020.

Por Tomas Campos
Fuente; marca.com


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